martes, 3 de marzo de 2015

Un minuto de silencio, una imagen distinta de Evo

El documentalista Ferdinando Vicentini denuncia en su cinta Un minuto de silencio cómo el presidente boliviano, Evo Morales, pasa de ser un líder carismático, que defiende la revolución social, a cruel gobernante, capaz de discriminar entre "indígenas e indígenas”, apunta el italiano en una charla con EFE.
"He estado en Bolivia seis veces, entre junio de 2008 y diciembre de 2011, y he podido observar una transformación gradual: a partir del entusiasmo de una revolución socialista que otorgaba el poder a las manos de un Presidente indígena se toma el camino hacia una dictadura moderna, un régimen capaz de utilizar todos los instrumentos, lícitos e ilícitos, para mantener el poder”, afirma.
El italiano ha pasado por España para presentar su trabajo, que le ha llevado cinco años de grabaciones entre Bolivia y Estados Unidos, incluidas unas dramáticas imágenes inéditas sobre la protesta indígena del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).
Vicentini relata, apoyándose en decenas de entrevistas, la llegada al poder de Evo Morales, en 2006, tras la caída del presidente Gonzalo Sánchez Lozada (1993-1997 y 2002-2003), quien dimitió en su segundo mandato y huyó a Estados Unidos, y cuyo testimonio también figura en el filme. Por culpa de esta cinta, que ha pasado por diferentes festivales internacionales, como Sao Paulo (Brasil), Oaxaca (México) o Trieste (Italia), Vicentini (Milán, 1963) no puede regresar a Bolivia.
Al italiano le preocupa especialmente que su documental sea "equilibrado” y respira aliviado cuando miembros de la comunidad boliviana, que acudieron a un pase ofrecido ayer en Madrid, le agradecieron el punto de vista. En la secuencia inicial, mientras Evo Morales avanza entre la muchedumbre de sus seguidores, Vicentini utiliza en "off” el discurso de investidura cuando pedía "un minuto de silencio” por "la larga lista de muertos de la resistencia indígena, una lucha que duró 500 años, desde Che Guevara a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Bartolina Sisa y otros mártires de la lucha”, explica. "Era muy fuerte, el clima que se respiraba en Bolivia en ese momento era de gran esperanza y cambio, de inclusión social, de justicia y transparencia”.
"Desgraciadamente, después las cosas no fueron así”, asegura Vicentini. Se refiere a la marcha indígena contenida por el Gobierno en defensa del TIPNIS para evitar que se construyera una carretera que atravesara el corazón del parque. En el trayecto los indígenas resistieron una dura represión policial en Chaparina.
"Yo nunca pensé que sería así, ni de lejos, pero esta es la situación”, comenta Vicentini, quien destaca que muchas personas que ven el documental se sorprenden al saber que el plan falló gracias a que la población local evitó que el avión con los líderes indígenas despegara.
Según Vicentini, esas tierras eran parte del pago que Morales debía a los cocaleros, una grave denuncia, reconoce el cineasta, pero que se sostienen "sólo con ver su extrema tolerancia frente al narcotráfico”.
"No es posible que el narco funcione así en Bolivia sin una conexión con el poder; la coca es parte ahora de la vida del país, incluso los jóvenes que antes no lo consumían se están enganchando; además -denuncia- los narcos mexicanos y colombianos están trabajando muy sueltos en Bolivia porque no tienen problemas ni con las autoridades ni con la Policía”.
Bolivia, explica, produce más de 32.000 toneladas de coca, mientras que el consumo tradicional no supone más de 8.000 y, además, la coca cultivada en Chapare, que tiene las hojas grandes y amargas, "no es adecuada para masticarla, como la cultivada en Yungas, al sur de La Paz, y sólo puede servir para la producción de cocaína”, explica el realizador. La cinta se proyectará desde la anterior semana en salas de Barcelona

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