martes, 10 de octubre de 2017

Evo traza decálogo para continuar la lucha antiimperialista del Che

En oportunidad de celebrar los 50 años de la presencia de Ernesto Che Guevara en Bolivia, el presidente del Estado, Evo Morales, presentó un decálogo que señala el camino de lucha contra el imperio y la construcción de un mundo mejor.

Las aseveraciones las hizo en el acto central de conmemoración en el aeropuerto de Vallegrande, donde hace 20 años fueron encontrados los restos del guerrillero argentino-cubano.

En el acto participaron organizaciones sociales de todo el país y del exterior. Como invitados especiales estuvieron autoridades de Cuba, Nicaragua, los hermanos del Che y sus dos camaradas Harry Villegas ‘Pombo’ y Leonardo Tamayo ‘Urbano’.

“Hermanas y hermanos, estamos reunidos en torno al soldado de la revolución, el comandante eterno Che Guevara, que simboliza la lucha de los pueblos contra los imperios”, dijo.

Señaló que en diferentes partes de la historia, los pueblos y movimientos sociales iniciaron sus protestas con guerrillas para enfrentar al enemigo.

“Hoy quieren usar a la guerrilla como invasores, como terroristas, como lo hicieron muchas veces con gobiernos dictatoriales o neoliberales, el mismo discurso que sostienen los opositores ahora, como sostenían en la época de Banzer, García Meza y Arce Gómez. Traición a la patria es servir como lacayos al imperio norteamericano”, agregó Morales.

Recordó a un Che solidario, alejado de los altos cargos y coherente entre lo que pensaba y hacía, un Che trabajador incansable, servidor público y visionario que buscaba al hombre nuevo y constructor del pensamiento.

Por eso —sostuvo— el pensamiento del guerrillero vive en los jóvenes, en su lucha inclaudicable por la igualdad y liberación de los pueblos.
Enfatizó en que el mejor homenaje que se le debe rendir al Che es mantener firma la lucha liberadora de los pueblos.

DECÁLOGO

Así, el Jefe de Estado dio a conocer un decálogo para mantener viva la lucha que el Che Guevara inició hace 50 años.

Primero, construir un mundo sin invasores ni invadidos, con la eliminación total de las armas de destrucción masiva, un mundo en el que no existen bases militares imperiales en nuestros países, un mundo en el que los gastos militares se dediquen a erradicar la pobreza.

Segundo, construir un mundo en el que los servicios básicos sean reconocidos como derechos humanos. Un mundo en el que el agua, la electricidad, la comunicación y saneamiento básico no se mercantilicen y satisfagan las necesidades de la humanidad en todo el planeta.

Tercero, construir un mundo con un nuevo sistema financiero y monetario internacional, en el que no manden los bancos, sino los pueblos.

Un mundo en el que se rompan las dependencias de los organismos internacionales, que con sus recetas violan la soberanía de los Estados y crean más pobreza.

Cuarto, construir un mundo con una democracia real y participativa, en la cual quienes gobiernen manden obedeciendo. Un mundo sin oligarquías, sin jerarquías, sin monarquías financieras. Un mundo en el que la acción política esté destinada al servicio de la vida, como compromiso humano ético y moral.

Quinto, construir un mundo en el que erradiquemos el colonialismo y el neocolonialismo cultural y tecnológico. Un mundo en el que cese la usurpación de saberes, en el que la familia humana comparta con base en la solidaridad y no en el lucro para derrotar a las enfermedades.

Sexto, construir un mundo en el que defendamos el derecho a la libertad de prensa, a la información. Por eso debemos estar alertas a mentiras de muchos medios de comunicación, que justifican invasiones de transnacionales y criminalizan a los movimientos sociales y a los gobiernos antiimperialistas.

Séptimo, construir un mundo en todos los Estados para que reconozcan los derechos de la Madre Tierra y en el que el desarrollo vaya en armonía con la naturaleza. Construir un mundo en el que los recursos naturales de las empresas estratégicas estén en poder del pueblo y no de las transnacionales.

Octavo, construir un mundo con nuevo orden económico mundial, en el que las relaciones comerciales se basen en la complementariedad y solidaridad, y no en el lucro y la explotación.

Noveno, construir un mundo en el que prime la unidad de los pueblos del mundo, de los movimientos sociales, de los trabajadores del campo y la ciudad y las luchas más apremiantes del planeta, entre ellas Malvinas para Argentina, la liberación de Palestina, la paz en Siria, la paz en Colombia, acabar contra el bloqueo económico a Cuba, la devolución de Guantánamo y mar para Bolivia.

Décimo, construir un mundo que reconozca la ciudadanía universal, en el que se derriben los muros que dividen a las personas y los pueblos. Una ciudadanía universal para erradicar el racismo y la discriminación.

Legado y lucha

Durante su discurso, Morales señaló que la guerrilla de Ñancahuazú no realizó una invasión al país, sino que vino a liberar e impulsar los cambios sociales. “Es necesario aclarar que no se trató de una invasión. De 50 guerrilleros, 26 eran bolivianos que luchaban por la liberación de nuestro país”, afirmó.

Defendió a los guerrilleros y dijo que “no es un delito”, pues para enfrentar la invasión europea los antepasados se organizaron en guerrillas y sublevaciones.

“Venimos de la sangre luchadora. La ideología y los principios no están en debate, seguiremos avanzando por la liberación de los pueblos”, aseguró.

Refirió que antes del arribo de Ramón (Che Guevara) al país “Bolivia estaba en crisis, los ideales eran pisoteados, el Che llegó y encontró un país dividido”.

Por ello afirmó que las palabras del Che cobran más vigencia para defender la soberanía de los pueblos. “Debemos preguntarnos si estamos con los pobres o con los ricos, con intervencionismo o el internacionalismo”, agregó.

Y a los jóvenes les dijo que “sean protagonistas de cambios profundos en el planeta. Tienen como ejemplo su gran legado, un Che coherente, humano y solidario”.

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