martes, 6 de agosto de 2013

Evo Morales y dos marcas indelebles de su gestión

Juan Evo Morales Ayma cumple su octavo año celebrando las fiestas patrias como Jefe de Estado. El primer presidente de origen indígena aymara que cambió estructuras a partir de la implementación de la nueva Constitución Política del Estado (CPE) como exigencia de la agenda social post-crisis neoliberal y una política de estatización de los recursos hidrocarburíferos del país.

Su elección tuvo dos matices innegables: fue el primer indígena en juramentar al cargo más alto del país y su figura se convirtió en ícono de referencia nacional y mundial.

El hecho de haber llegado al poder superando el 50 por ciento de los votos lo convirtió en uno de los pocos políticos, el tercero en realidad, en acceder a la Presidencia sin mayor demora congresal, gozando de amplia legitimidad, ratificada en la primera reelección de 2009 con 64% de apoyo en las urnas.

Fue precisamente el 6 de agosto de 2006, cuando Evo Morales emitió su discurso en la Casa de la Libertad de Sucre, acompañado del Congreso Nacional y de los 255 flamantes miembros de la Asamblea Constituyente que instalaba sesiones en el Teatro Gran Mariscal Sucre, el Colegio Junín y el ex Cuartel San Francisco.

El proceso inicio, sin embargo, con conflictos de interpretación que luego derivaron en los luctuosos sucesos al finalizar su aprobación. “La Asamblea no debe ser derivada, debe tener todos los poderes, por encima de Evo Morales, del Poder Judicial y del Legislativo”, decía el mandatario al posesionar a los asambleístas encargados de redactar la nueva Carta Fundamental del Estado.

Esta fue la segunda medida de impacto que aplicó el régimen de Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS) luego de la denominada nacionalización de los hidrocarburos efectuada el 1 de mayo de ese año, nombrada por la oposición como simple “readecuación de contratos”.

Mediante Decreto Supremo 28.701, denominado “Héroes del Chaco”, el Gobierno establecía en el Campo San Alberto de Tarija una nueva distribución que contempló un 82% de ingresos para el Estado (18% por concepto de regalías, 32% del Impuesto Directo a los Hidrocarburos y 32% a través de una participación adicional para Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, YPFB) y 18% para las empresas transnacionales, porcentaje que cubre costos de operación, amortización de inversiones y utilidades.

A partir de allí, el sustento o base económica del Estado, en términos marxistas, quedó garantizado acompañado de la subida en el precio de los hidrocarburos y el auge de minerales que en anteriores gobiernos bordeó niveles ínfimos.

Ambos acontecimientos marcan la fortaleza del régimen de Morales que hoy emitirá su nuevo mensaje al país, tras haber designado el 22 de enero como el “Día del Estado Plurinacional” cuando presenta su informe de gestión a la Asamblea Legislativa, que suplió en nomenclatura al Congreso Nacional.

La inclusión de los sectores marginados al aparato estatal con representación constitucional en cada estamento de la administración pública, además de los bonos de carácter social, mejorados y aumentados en algunos casos, constituyen la base que parece permitir a Evo Morales lograr concluir su segundo mandato y aspirar a un tercero en la elección general de 2014.

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