lunes, 2 de diciembre de 2013

Marcial Morales: “yo era una especie de guía para Evo, le prestaba libros”

La cabeza del tío de Evo Morales llegó a valer $us 50.000 en los años turbios de la dictadura de Hugo Banzer Suárez. Don Marcial Morales, tío de padre y madre del ahora presidente de Bolivia, al ser miembro del Partido Comunista era una amenaza para la bota militar y él lo sabía. Por eso, cuando estaba escapando desde Warnes hacia Oruro, el camión en el que viajaba se volcó y su esposa, que lo acompañaba, murió y se quedaron sin madre siete hijos. Estima que tiene 84 años de edad y que su cumpleaños es el 8 de abril, la fecha que le registraron cuando fue al cuartel porque antes no había tenido un documento de identidad. Su padre dejó la casa materna de Orinoca en 1932 para irse a la Guerra del Chaco y nunca más volvió. Su mamá hizo lo que pudo, acarreando leña por una paga en maíz, lo crió y por eso el niño Marcial solo estudió hasta primero básico.
Pero así, con esas limitaciones escolares y esforzándose por formarse de manera autodidacta, don Marcial se convirtió en el maestro y guía de formación política de Evo Morales, desde que este era solo un muchacho pelotero en el bosque húmedo de Chapare. Así lo recuerda ahora, en esta casa suya de Yapacaní, donde tantas veces estuvo el ahora presidente de Bolivia, preparándose para encumbrarse en el cargo que su familia nunca pensó que iba a ocupar.

Don Marcial dice que está más o menos económicamente: tiene un cato de coca y 30 hectáreas de terreno que alquila para cubrir los remedios que le pide el párkinson, esa maldita enfermedad que se le prendió en el cuerpo desde hace 15 años. Una vez, cuando estaba en Bulo Bulo y no tenía dinero para su pasaje, casi le pidió plata a su sobrino, pero se mordió la lengua por miedo a que lo agarre a patadas. Así cuenta en broma y en serio, porque dice que sabe que Evo es de los que no regalan ni 20 centavos.
A diferencia de antes, cuando tío y sobrino amanecían conversando sobre política, ahora solo se dan la mano porque “el Evo no tiene tiempo y hasta de las fiestas familiares desaparece de manera misteriosa”. Si tuviera que pedir algún deseo, don Marcial pediría quizá entrar a las entrañas de Palacio Quemado de La Paz y subir hasta la oficina de Evo, que hasta ahora conoce. Pero puede que eso nunca se cumpla, porque la altura, a su edad, suele ser una culebra traicionera capaz de picar sin previo aviso.
Esta es la entrevista a un hombre que apostó a la educación de otro hombre que se convirtió en lo que ya todos sabemos: en Presidente de Bolivia. Don Marcial tiene la voz pausada y mira solo por su ojo derecho, porque el izquierdo se lo ‘mataron’ también en los años de dictadura. Vive a media cuadra de Yapacaní, con Lourdes, una de sus siete descendientes, la mujer que también puso sus granos de arena para que Evo suba a la cima del poder.

¿Se acuerda de Evo cuando era chico?
Antes de los años 80 fui a Orinoca a dar un curso de capacitación y apareció Evo, preguntando si era verdad que un comunista iba a dictar el curso. Se notaba que tenía muchas ganas de aprender. Nunca pensamos que iba a llegar a ser presidente. Cuando se fue a vivir a San Francisco, Chapare, me dijo que quería ser ejecutivo de su federación. Después, en otra oportunidad, en su casa de Isallavi, esa que la van a convertir en museo, yo estaba con varios sobrinos Morales jugando damas. De cantito les gané. Se enojaron, después casi me pegan. A eso de las 23:00 nos acostamos en la cama, recuerdo que Evo era muy largo. A las cuatro de la madrugada se levantó y me dijo: “Ahora voy a ser tu sucesor y esas palabras se me quedaron grabadas y se convirtió en realidad.

Usted, ¿qué fue para Evo?
He sido una especie de guía, le he prestado libros, pero no para que sea presidente, sino para que se forme.

¿Su sobrino pintaba para ser un líder?
No tanto, no pensaba él mismo ser presidente. Ni nadie de la familia. Qué íbamos a pensar que un indígena lo llegara a ser. Poquito a poco ha ascendido.

¿Hasta dónde creía que podía llegar?
A ejecutivo. Ocho años lo he acompañado cuando era solo dirigente de la coca. En los congresos, en capacitación, en los cursos de orientación lo llevaba. Fue mucho trabajo de formación.

¿Qué era lo que más le aconsejaba?
Que sea líder, que sea capaz, que discuta.

Y cuando fue candidato a presidente, ¿que posición ocupó usted en su formación?
Ahí fue cambiando la situación. Fue pintando la cosa. Hemos trabajado como chinos, día y noche; costurando banderas, como a un corredor preparando su coche. Las tuercas teníamos que ajustarlas. No dormíamos. Él venía a esta casa a cualquier hora. Tarde de la noche también se iba. A veces también estaba lagarteando (se ríe).

Cuando ganó las eleciones, ¿qué consejo le dio a Evo?
Casi nada, más bien yo le pedía qué tarea hacer y él no me decía nada. Pero todo lo que hice fue desinteresado.
¿Le dio alguna ayuda económica?
No tenemos ayuda económica. Evo no da plata a nadie, ni 20 centavos. En una ocasión casi le pedí, porque en Bulo Bulo me faltaba dinero para mi pasaje, y de la punta de la lengua evité que se salga el pedirle, porque capaz que me iba a patear, cualquier cosa me iba a decir, porque él no da. Esto fue cuando ya estaba de presidente.

¿Cuándo fue la última vez que lo vio?
Nos invitó al cerrito Cuchi Cuchi, en Orinoca. Él es pasante. Mandó decir que fuéramos. El cerrito da poder, es una fe que él y nosotros tenemos desde nuestros abuelos.

¿Lo invita por teléfono?
Tengo un hijo, Javier, con el que está más en contacto. Nos invita a algún cumpleaños, a un churrasquito. Y de un momento a otro, cuando hay matrimonio de un primo, por ejemplo, aparece sin guardias y misteriosamente desaparece. Pero a esta casa de Yapacaní, como presidente, no vino ni una sola vez.

Ahora cuando se ven, ¿de qué conversan?
Casi no hay tiempo. No se puede. Apenas un abrazo, darnos la mano. No es como antes. A veces ni darle la mano podemos.

Si pudiera, ¿qué consejo le daría?
Le aconsejaría que siempre seamos un Gobierno populista, hacia una liberación. Él sabe a qué me refiero. Porque él decía que yo era un maestro.

¿Qué cosas cree que hizo mal Evo?
Puede cometer algún error y en ese caso le jalaría la oreja. Tengo derecho de llamarle la atención. Una vez casi cometió el error de subir el precio de la gasolina. Pero ha abolido el decreto. No es fácil gobernar a un pueblo.

¿Su sobrino tiene enemigos en el mismo Gobierno?
Puede ser que tenga, pero no estoy muy cerca ni ocupo ningún cargo, ni de sereno.

¿Qué cargo le gustaría tener?
Ninguno, ya estoy cansado, me gusta educar y capacitar a la gente.

¿Evo está atendiendo las necesidades que tiene Yapacaní?
Hay división política en esta población. Durante los últimos años no hizo casi nada. Ahora llegará en estos días y traerá proyectos. No hizo mucho porque la gente no dejaba, había peleas.

¿Y ve a Hugo y a Esther, los hermanos de Evo?
Cada vez nos encontramos. Hugo, un poco se rebeló, por falta de conciencia política, a pesar de que ha estudiado. Se rebeló por ignorancia, por poco conocimiento. Pero se abuenaron.

¿Afecta a Bolivia que no exista una primera dama?
Hace falta. Macho soltero es, ¿hasta cuándo será?. Pero eso es porque lo pueden matar y quedaría la viuda y las guaguas sufriendo, ese es el temor. Creo que algún día se va a casar.

¿Le conoce a alguna novia?
No sé nada.

¿Qué le diría a Evo si lo tuviera en este momento?
Le daría un abrazo y le diría que sea buen gobernante y que no se olvide de las tareas principales de la gente pobre

PERFIL

EL TÍO DEL PRESIDENTE DE BOLIVIA ESTUDIÓ UN AÑO DE ESCUELA Y SE CONVIRTIÓ EN MAESTRO

NOMBRE MARCIAL MORALES
EDAD 84 AÑOS
CIUDAD NACIÓ EN ORINOCA Y VIVE EN YAPACANÍ

DE SU PROPIA BOCA
“Mi papá se llamaba Manuel Morales y mi mamá, Rafaela Ayma Choque. Me quedé de dos años cuando se fue mi papá a la guerra. Les encargó a la gente de Isallavi, de Orinoca, que nos cuide y ellos cumplieron, me han hecho favores, me han mantenido, me regalaban ropita”.
Es tío del presidente por parte de padre (Morales) y también por parte de madre (Ayma).

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